Frase inolvidable

"Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante"

Ryszard Kapuściński

Tiempo Argentino

viernes, 24 de abril de 2015

El periodista, la objetividad y el compromiso, Pascual Serrano *


Los teóricos neoliberales centran su análisis sobre la información en la necesidad de elementos como la imparcialidad, la objetividad, la independencia, la neutralidad... El ejemplo más claro de que, en términos absolutos, no existe la neutralidad informativa se evidencia desde el momento en que se elige lo que es noticia1. Cuando un periódico selecciona como noticia principal de portada la concesión de un oscar en Hollywood o un informe de Amnistía Internacional, está tomando una posición editorial determinada. Ya dijo Ryszard Kapuscinski que no puede ser corresponsal quien “cree en la objetividad de la información, cuando el único informe posible siempre resulta personal y provisional”.2
Algo similar podríamos decir del concepto de equilibrio informativo. El veterano periodista experto en Oriente Medio Robert Fisk criticó ese falso discurso del equilibrio y afirmó que “los periodistas deberíamos estar del lado de quienes sufren. Si habláramos del comercio de esclavos en el siglo XVIII, no le daríamos igualdad de tiempo al capitán del navío de esclavos en nuestros reportes. Si cubriéramos la liberación de un campo de concentración nazi, no le daríamos igualdad de tiempo al vocero de las SS”3. José Ignacio López Vigil ha dedicado toda su vida al periodismo comunitario en América Latina, al lado de la gente pobre y sencilla. Él también reivindica el compromiso frente a las injusticias:
Frente a un panorama tan cruel, ninguna persona sensible, con entrañas, puede permanecer indiferente. Es hora de poner todos nuestros esfuerzos personales, toda nuestra creatividad, para mejorar esta situación. No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla4.
López Vigil va todavía más lejos:
Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aún sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos5.
No faltan periodistas jóvenes de última generación que también reniegan del mito de la equidistancia, como Olga Rodríguez, curtida en los conflictos de Oriente Medio: “huyo de la equidistancia porque creo que es una trampa: no se puede tratar igual al que bombardea que al que es bombardeado, al invasor que al invadido, al opresor que al oprimido... Vivimos en un mundo plagado de desigualdades, injusticias y desequilibrios y creo que una de las misiones de los periodistas es buscar que la balanza se equilibre”6. Decía el poeta español Gabriel Celaya, “maldigo al poeta que no toma partido”, y hoy el recién fallecido ensayista estadounidense Howard Zinn afirma que “no se puede ser neutral viajando en un tren en marcha que se dirige a un despeñadero”.
El historiador Paul Preston recoge en su libro “Idealistas bajo las balas”, el sentimiento que vivieron los corresponsales de prensa extranjeros destinados en España durante la guerra civil7. Según Preston, “no se trataba sólo de describir lo que presenciaban. Muchos de ellos reflexionaban sobre las consecuencias que tendría para el resto del mundo lo que sucedía entonces en España. (…) se vieron empujados por la indignación a escribir en favor de la causa republicana, algunos a ejercer presión en sus respectivos países y, en unos pocos casos, a tomar las armas para defender la República”. Preston deja bien claro que ese activismo no fue “en detrimento de la fidelidad y la sinceridad de su quehacer informativo. De hecho, algunos de los corresponsales más comprometidos redactaron varios de los reportajes de guerra más precisos e imperecederos”8.
La percepción del periodismo como un compromiso con los oprimidos ha inspirado a lo más valioso de nuestra profesión, quienes, a diferencia del hipócrita discurso dominante actual, han reivindicado esa responsabilidad. Desde el cubano Pablo de la Torriente Brau al británico Robert Fisk o el franco-español Ignacio Ramonet. Recordemos que iniciativas tan justas y loables como la creación de un impuesto para las transacciones financieras especulativas (la Tasa Tobin), el apoyo a los Foros Sociales Mundiales o el combate al Acuerdo Multinacional de Inversiones (AMI) surgieron en medios de comunicación de indiscutible prestigio como Le Monde Diplomatique. También lo han entendido así muchos fotoperiodistas profesionales: “Me molestan ciertas etiquetas, como cuando me dicen que soy un periodista solidario. Para mí el periodismo es compromiso”9, afirmó el fotógrafo Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía en España. El fotoperiodista todavía va más lejos: “Si yo fuera alguna vez decano de una facultad de Periodismo eliminaría una palabra: 'objetividad', la quitaría, rechazaría y quemaría”10.
El periodista siempre tendrá la tentación de dejarse llevar por los oropeles palaciegos, bien por razones económicas, por sumisión al poder, o simplemente por la tendencia a considerar más veraz y valiosa la información sólo porque procede de la moqueta y el esplendor de los centros del poder. Pero hay que recordar que tenemos una obligación social, un compromiso, una especie de juramento hipocrático que consiste en sacar a la luz, en informar, sobre tantas y tantas luchas de hombre y mujeres que combaten por su supervivencia y dignidad. Como dice Kapuscinski en su obra El Sha, debemos reivindicar “las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial”. Por eso cuando en una guerra un jefe militar nos anuncie una liberación le preguntaremos a la señora que salió a comprar el pan en la zona recién liberada; mientras el ministro nos esté enseñando el nuevo hospital inaugurado, acercaremos el micrófono al anciano que se encuentra en la sala de espera, y durante la pomposa inauguración de la industria de vanguardia tecnológica interrogaremos al obrero por su paga.
Tal como sucedió a los periodistas decentes que cubrieron la guerra civil en España, es necesario sentir en la piel el destino de los desfavorecidos para comprender cuál es el lugar del periodista.
El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquél que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodista. Si leéis los escritos de los mejores periodistas -las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez-, comprobaréis que se trata siempre de periodismo intencional.11
El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El Imparcial, Informaciones, ABC, La Nación, El Mundo, El País, La Razón. Todos son asépticos y neutrales, como desean que creamos que son sus contenidos. Su celo por aparentar ausencia de ideología les lleva incluso a prohibir a sus periodistas que tengan ideas hasta fuera de la redacción, en su vida privada.
La ciudadanía se indigna ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Sabedores de eso, la estrategia actual de los medios es disimular a toda costa la intencionalidad para que pase inadvertida a las audiencias y pueda ser efectiva. El objetivo es proporcionar (u ocultar) al lector, oyente o espectador determinados elementos de contexto, antecedentes, silenciamientos o métodos discursivos (en el caso de los medios audiovisuales las posibilidades son infinitas) para que llegue a una conclusión y posición ideológica determinadas, pero con la percepción de que es el resultado de su capacidad deductiva y no del dirigismo del medio de comunicación. De ahí la importancia de denunciar las falsas objetividades y neutralidades para dignificar un periodismo de principios y valores.
Los grandes medios comerciales hablan de neutralidad periodística mientras tienen periodistas empotrados entre las filas del ejército estadounidense en Iraq, de pluralidad informativa cuando sus redactores no salen de la sala de prensa de la Casa Blanca y nunca han visitado un suburbio de Washington o Nueva York, de imparcialidad mientras siguen estigmatizando en sus informaciones a los gobiernos que cometen el delito de recuperar sus recursos naturales de las manos de transnacionales. Alardean de objetividad, pero sus páginas y espacios informativos se reservan al oropel, el lujo y el glamour de famosos y grandes fortunas que identifican de esta forma como modelos a admirar. No es verdad que los medios de comunicación comerciales sean soportes neutrales de información. Ellos militan y hacen apología de un modelo económico concreto en el que se desenvuelven y del que obtienen beneficios, bien para su propia empresa o para la casa matriz accionista. Frente a ello, no se trata de que desde el compromiso del periodista el periodismo se convierta en panfleto, la ciudadanía rechaza los intentos de un periodismo militante que no aporta rigor ni información contrastada y sólo incluye ideología. Lo que reivindicamos es la recuperación de la dignidad y el servicio a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y a las libertades. No será periodismo si no se hace así, como no es medicina curar sólo a quienes tienen dinero para pagarla. No se debe confundir periodismo comprometido con servir incondicionalmente a un partido político o a un gobierno con el que se simpatiza. El compromiso es con unos principios y unos valores no con unas siglas o un determinado órgano de poder. Y, sobre todo, dar la voz a quienes tantas veces tienen vetado el acceso a los medios de comunicación. La escritora Elena Poniatowska en su libro “La noche de Tlatelolco12, recogió la masacre de cientos de estudiantes que protestaban en la plaza de ese mismo nombre, en la ciudad de México, el 2 de octubre de 1968. Para ello se dedicó a transcribir textualmente los testimonios de los afectados y ordenados cronológicamente. Sin duda se trata de un periodismo incompleto -hay elementos y datos que no se pueden ofrecer mediante testimonios-, pero es un ejercicio magnífico de dar la voz a la gente.
En muchos foros los profesionales insisten en que su capacidad de maniobra para practicar un periodismo comprometido con valores distintos de los impuestos por el mercado es muy limitada. Es verdad, pero es imprescindible que todo periodista ponga al servicio de esos ideales sus conocimientos y su trabajo si quiere que la decencia sea emblema e insignia de su vida y su profesión, y probablemente deba ser fuera de su puesto de trabajo en un medio de comunicación comercial. No se trata de militancia, sino de de decencia. La decencia es lo que diferencia al biólogo que trabaja para una gran empresa de transgénicos o para una organización ecologista, al abogado que defiende los intereses de una multinacional o los de los trabajadores que exigen un sueldo justo, al militar que dispara contra el pueblo refugiándose en órdenes de superiores o al que combate al lado de la gente. Ninguno de ellos puede ser neutral, ni imparcial, ni objetivo.
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NOTAS

[1] Ver capítulo “ Así funciona el modelo” en Serrano, Pascual. Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo . Península. Barcelona, junio 2009.
[2] Ryszard Kapuscinski. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo . Anagrama. Barcelona 2002. pág. 21.
[3] Fisk, Robert. “Tediosas comparaciones sobre Oriente Medio”. La Jornada . 13-1-2009 http://www.jornada.unam.mx/2009/01/13/index.php?section=opinion&article=024a1mun
[4] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados . Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[5] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados. Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[6] Muñoz, S. Entrevista en la revista Paisajes . Noviembre 2009
[7] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España . DeBolsillo 2008
[8] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España . DeBolsillo 2008. pp. 16 y 17
[9] Público 7-11-2009
[10] Declaraciones a CNN + 8-11-2009
[11] Ryszard Kapuscinski. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo . Anagrama. Barcelona 2002. pp. 38 y 39
[12] Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Editorial Era, 2007


* Pascual Serrano es periodista. Este artículo es un resumen del capítulo del mismo nombre de su último libro El periodismo es noticia (Icaria, abril 2010).

viernes, 28 de junio de 2013

En algo coincidimos...

En algo coincidimos...
Yo tampoco quiero vagos y estoy en contra de la re re re... tuya. Vos que decis que el gobierno alimenta vagos, y que bien los alimenta, cual sueldo el de un diputado nacional.
A mi tampoco me gustan los vagos, sean de clase alta, medio o baja. Pero hagamos un ejercicio, empecemos por los de arriba. Porque es facil atropellar al que menos tiene, es facil boconear que se embarazan para cobrar. Pero resulta que vos cobras 100 veces mas y sin embarazarte.
Por eso, en los proximos sufragios, espero ver donde van los votos de la clase media que dice no querer vagos, no querer re re y re

Gustavo Calderon
Inspirado en una imagen que publicó Bloggers en accion

martes, 25 de diciembre de 2012

Recepción de señal satelital

Decreto N°174/89: Autorízase a los particulares y para uso doméstico la recepción sin fines de lucro, de las señales de estaciones de radio y televisión que se emitan a través de satélites de comunicaciones. Ley 23.727: Autorízase la instalación y uso de sistemas para la recepción de señales de radiodifusión provenientes de satélites artificiales de la tierra u otros objetos análogos, siempre que sean destinados al uso particular y sin fines de lucro.

domingo, 2 de diciembre de 2012

PARA MI YA ESTÁ CLARO COMO EL AGUA...

"Una cuestión innegable es que el manejo de la información permite manejar la opinión. Y que si la información se maneja intencionadamente, ocultando verdades y presentando falsedades como si fueran ciertas, se hace equivocar al receptor y dar por cierto lo que no lo es. Frases sacadas de contexto, cortadas por la mitad, seccionadas, adjudicadas a quienes no las dijeron; todo sirve para difundir lo que sirva a sus intereses. Y así logran formar opinión o hacen a la gente emitir juicios sin valor alguno, porque se basan en premisas falsas, digitadas y manipuladas. En un primer momento la lucha contra esa realidad fue esencial. Y utilísima. Toda la actividad simbolizada por 678 estuvo dedicada a eso: a que una parte de la ciudadanía tomara conciencia de que una gran mayoría de los medios no busca informarlo, sino defender intereses económicos sea como sea. Y se logró. Hoy todo el mundo sabe que Clarín miente, por ejemplo. Y ante esa realidad evidente se podrá optar por dos caminos: no creerle, el más racional. O seguir creyéndole, el otro. Por torpeza, por falta de claridad de criterio, de educación o de neuronas. Sin embargo, ha aparecido una categoría impensada. La de gente preparada y educada, que ha podido verificar en este tiempo que efectivamente la información transmitida por los medios no es confiable, no es veraz ni es honesta. Saben que les mienten, y para qué les mienten. Y no les creen, por supuesto, porque no son tontos. Pero lo repiten. Lo difunden y lo aceptan como si lo creyeran. Se ocupan de aclarar enfáticamente que no leen Clarín, no ven TN y nadie maneja sus opiniones. Pero hacen exactamente lo que de ellos se espera por parte de esos medios. No son manipulados, no son engañados, no son desprevenidos. Son cómplices. No buscan información: buscan excusas. Quieren odiar, insultar, atacar. Y lo que hacen los medios les viene como anillo al dedo. Tengan en claro que se les nota mucho. Y que invocar que los tenían engañados no va a servir. Alguna vez habrá que hacerse cargo de colaborar con los que trabajan en contra del país, aunque sea copiando y pegando sus miserias." Oscar Zarate

martes, 9 de octubre de 2012

Nuevo diccionario gorila ilustrado

"En un pais colonial las oligarquias son las dueñas de los diccionarios"
John William Cooke

Es sabido que la lengua se va enriqueciendo con el tiempo. Mucho echamos culpa  a los jovenes y a las nuevas tecnologias; que no saben hablar, que tienen su propio idioma, pero los cambios de significado que dan a las palabras  las minorias privilegiadas merecen otro parrafo.
pueblo: concentracion de gente de clase media en reclamo.
dictadura: gobierno elegido por mayoria del voto popular con tendencia progresista
diktadura: idem anterior aplicada a los gobiernos de Cristina Kirchner
libertad: posibilidad de comprar y vender divisas extranjeras a cualquier precio
persecución: Cuando el estado te quiere cobrar impuestos
chorro: funcionario publico con elevado patrimonio
chorra: idem chorro, aplicada a la presidenta de la nacion
espontaneo: organizar una concentracion a traves de las redes sociales con 2 semanas de anticipacion.
injusticia: Cuando el fallo es a favor de la dictadura o diktadura (lease idems arriba) justicia: idem arriba pero en contra.
independiente: periodismo que no pudo tranzar con el gobierno
Diccionario en permante cambio, se aceptan sugerencias.
Por Gustavo Calderon
gustavo@eltux.com.ar
@cguxtavo

sábado, 23 de junio de 2012

Camioneros: a las ganacias!

Me resulta dificil aceptar que el pais se sostenga sin el impuesto a las ganancias. Pero solo piden la derogacion de ganancias para los asalariados! se pueden preguntar.
Hay empleados con sueldos bastante elevados como para tributar ganancias aun sino cumpluieran horas extras!
Pero que impediría que los empresarios tengan empleados simulados con sueldos de supongo $ 200.000?. Podrian poner a varios familiares a trabajar en la gerencia con sueldos que van desde los 50000 hasta no se que limite; que no pagarian ganancias, pero que por esos canales (lease empleados) se disolverian la mayor parte de ganancias de la organizacion. Finalmente la empresa pagaria un pequeño margen de su escasa ganancia.
Solo queda colectar los sueldos gerenciales y listo. Seria como los ñoquis del empresariado
La cuestion principal queda claro es que en mi querido pais no se pude cobrar impuestos, o los mismos deben ser muy pequeños. No somos patriotas para pagar impuestos, solo enarbolamos la bandera para defendernos de los impuestos o cuando juega la selccion naciona de futbol; aclaracion tambien siempre y cuando gane.
Y mientras mas tenemos, menos queremos pagar! Cuando deberia se a la inversa. "El reino del reves"!? Asi el que tiene 30000 ha tiene que pagar menos que el que tiene un dpto en el conurbano.
 Para esto está el estado, para balancear, para que no termine todo en lo que fue el 2001; y bien representado nuestro pais en la figura de la doctora Cristina Fernandez de Kirchner.
Por ultimo sobre ganancias estamos entre los que menos pagamos!
He dicho!

lunes, 11 de junio de 2012

La informacion

"La informacion es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodistas"
Pierre bourdieu

Pierre-Félix Bourdieu
Sociólogo francés, de amplio conocimiento e influencia en las ciencias humanas y sociales del siglo XX.


Bourdieu hace hincapié en la importancia de la lucha y el conflicto en el funcionamiento de la sociedad. Pero para él, estos conflictos se llevan a cabo principalmente en distintos ámbitos sociales. Están enraizadas en sus respectivas jerarquías, y se basan en la oposición entre los agentes dominantes y dominados. Para Bourdieu, el conflicto no reduce los conflictos entre las clases sociales que se centra en el análisis marxista.

Pierre Bourdieu también ha desarrollado una Teoría de acción , en torno al concepto de hábitos, que ha ejercido gran influencia en las ciencias sociales. Esta teoría trata de demostrar que los agentes sociales desarrollan las estrategias, sobre la base de un pequeño número de disposiciones adquiridas por la socialización, el bien y el inconsciente, se adaptan a las necesidades del mundo social. El trabajo de Bourdieu es tan ordenado en torno a una serie de conceptos rectores de pocos: el habitus como principio de acción de los agentes, como el espacio de carreras de campo social y la violencia simbólica como mecanismo fundamental de la primera imposición de las relaciones de dominación.